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La historia del ser humano es curiosa. De más de 100.000 años desde la aparición del Homo sapiens sapiens, conocemos con cierta precisión menos de 10.000. Es como decir que un niño de 10 años sólo se acuerda de su último año. ¿Qué valor pueden tener las conclusiones que haga este niño sobre su vida?
El nacimiento de la historia fue el nacimiento de la civilización. Con sus primeros vestigios en Mesopotamia, Egipto, China e India, el ser humano empezó de forma rampante lo que sería desde entonces el proyecto humano: el ascenso. Se crearon las artes, la escritura, la ciencia y la tecnología, todas las herramientas de la mente junto con las de la mano, con el fin de guiar al ser humano hacia su separación y dominio total sobre la naturaleza, el uso de todos sus secretos para su control y provecho.
Con la Revolución Industrial, el cumplimiento de la promesa estaba cerca. Con la maquina, el ser humano podría dejar de trabajar y sufrir para dedicarse al placer y el ocio: sólo nos faltaba llamar a las puertas del paraíso. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos llegaría a niveles de prosperidad desconocidos hasta ese momento, consolidándose como la tierra del sueño en donde todos podríamos tener carro, casa, esposa, estudio, 2 hijos y un perro.
No obstante, en el pináculo de este proyecto, algo extraño ocurrió. Los maestros de la sospecha empezaron a surgir. Personas como Nietzsche, Freud, Marx, Foucault, Jiddu Krishnamurti, John Lennon, Aldous Huxley, Carl Jung, la escuela de Frankfurt, Gödel, incluso Heidegger, Wittgenstein y Chaplin empezaron a cuestionar el proyecto humano. ¡Todo lo que había trabajado el padre para que el hijo despreciara sus frutos! Los 60’s, el tiempo de más prosperidad en la historia de Estados Unidos, fue a su vez el de más descontento social. Se había tratado de construir una torre cielo, no lo habíamos encontrado y en el proceso destruimos todo alrededor. El racismo, la crisis ambiental, la guerra, el machismo, la propaganda y el consumismo era lo que habíamos conseguido. ¿Podía ser que toda la evolución del ser humano culminara con la vida de centros comerciales? El Mayo Francés gritaba: “no queremos un mundo donde la certeza de no morir de hambre venga con el riesgo de morir de aburrimiento”.
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Tres cosas pasaron en los 60’s. Primero, el ser humano se cansó de la guerra. Homero dijo que el hombre se cansaba primero de dormir, de amar, de cantar y de bailar que de hacer la guerra, lo cual fue cierto hasta los 60’s. En toda la humanidad hemos tenido escasos días de paz y, tras los inimaginables horrores del siglo XX, no aguantábamos ni un día más. Sólo queríamos vivir en paz y en amor. Simple, pero nada sencillo.
Alrededor de la guerra de Vietnam se unió todo el movimiento de la contracultura y con ella nació la juventud. La vida humana era un binomio entre la niñez de Mickey Mouse y la adultez de Playboy y Coca Cola. Sin embargo, gracias a las luchas obreras por asegurar un espacio en el cual los niños pudieran estudiar y no pasar directamente al trabajo de sus papás, se creó el mundo de sexo, drogas y Rock N’Roll. No sólo esto, sino también el periodo en el cual los estudiantes podrían tener pocos compromisos y dedicarse al papel crucial de criticar la sociedad. En el Mayo Francés, por primera vez los padres no entendían a sus hijos.
Dentro de esta crítica y educación, Occidente vio un escape a Oriente y a su propio pasado. La Filosofía de la India y de los Indios Cherokee fue rescatada y venerada como algo que le daba sentido a un mundo que lo tenía todo pero era infeliz. Por esto el resurgir del Yoga, los Chakras, volver a lo natural, a lo real, a nuestro origen. Los padres no entendían este movimiento, ¿es que los jóvenes querían con los piercings y tatuajes devolverse al mundo salvaje? Sin embargo, esto no ofendía a los jóvenes, pues el concepto de evolución y progreso estaba cambiando y ya los indígenas no se veían como una involución. Puede que no tuvieran televisores, pero podían ver todas las maravillas de la noche en un cielo estrellado; carecían de alumbrado público, pero podían vivir la oscuridad total al dormir; adolecían de “entretenimiento”, pero podían sentir la libertad de correr, jugar y gritar cuando quisieran; no veían películas de Hollywood, pero tenían la compañía de ancianos que les contaban mitos que guiaban su vida, que les hacían respetar hasta la rana más extraña del pantano; no utilizaban Facebook, pero conocían a sus vecinos y a sus hijos a niveles insospechados de intimidad por toda la gente de la ciudad. ¿Puedes imaginarte una comunidad en donde escuchar a tu vecino hacer el amor es algo totalmente cotidiano?
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Entonces, si después de la vida en las comunas, de Woodstock, de la Primavera de Praga, las luchas feministas, el Mayo Francés, el Verano del Amor, Sgt. peppers, el viaje psicodélico, la Revolución sexual, el Movimiento de liberación LGBT, los niños gritando ¡no necesitamos educación! en Another Brick in the Wall, el discurso de “I have a dream” de Martin Luther King, tuvimos la época de Ronald Reagan, con la Operación Cóndor, el asesinato de Gandhi, Martin Luther King, Malcolm X, John Lennon, Jaime Garzón, 2pac y John F. Kennedy, el desenamoramiento con la Revolución Cultural y el modelo comunista con la masacre de Tiananmen, la caída del Muro de Berlín, el triunfo del capitalismo y la muerte de Bob Marley, ¿cuál fue el verdadero legado de la década de los 60’s?
Estos tres elementos (repudio por la guerra, creación de la juventud y resurgir del conocimiento holístico) definen el mundo actual. Desafortunada o afortunadamente, los dirigentes aprendieron bien la lección y ahora toman en serio a los jóvenes. Al ir a París, no encontré ni un sólo libro fotográfico del Mayo Francés. Nuestra generación actual se pierde la vitalidad de la juventud en sus casas insertos en la Matrix del mundo virtual y de los videojuegos. ¿Cómo juzgarlos, si un mundo hermoso les fue usurpado? Me recuerdan al depresivo grunge de los 90’s con Kurt Cobain cantando la tristeza de una generación que no debió ser lo que fue. El peso de un mundo en el que casi nadie está feliz crece, y nuestra civilización se convierte en una de escape.
No obstante, hay esperanza. El espíritu humano es inquebrantable, y mientras sigamos en un mundo que choca contra todas nuestras aspiraciones más bellas, seguirá habiendo protesta y activismo. Los Indignados de Wall Street y los movimientos anti-globalización nos recuerdan que todavía es posible luchar, que no debemos rendirnos a este mundo de fealdad. ¿Es que no podemos cambiar?
Uno de los fenómenos que se viven actualmente fue, como todo lo que ha pasado tras su muerte, vaticinado por Friedrich Nietzsche. En el cambio de siglo anunció “Dios ha muerto”. Dios era cualquier idea sagrada que limitara la vitalidad, nuestro cuerpo, impulsos, libertad, era toda idea que sacrificara el poder del presente por el siempre inalcanzable futuro. Tras el siglo XX, las instituciones más importantes de nuestra civilización ya no tienen credibilidad. El dinero, el derecho, el estado, la religión, el patriarcado, la sexualidad, el matrimonio, la familia, la agricultura, el lenguaje, la autoridad y la educación todas están en un periodo de crisis, ninguna se escribe ya con mayúscula. Incluso la ciencia y la tecnología que, mientras para algunos es la nueva religión, otros no pueden olvidar la Bomba atómica y la cientificación de los campos de concentración. Entonces, por todas partes se ve la nueva publicidad (sobretodo en la comida) de “pan real, pollo de verdad y lechuga recién sacada de la tierra”. Por todos lados los humanos queremos reconectar con nuestra raíz.
Este deseo de nuestra época no descansará hasta saciarse y, con ello, puede cambiar toda la civilización. El Mayo Francés anunció, dentro de este espíritu, que las estructuras iban a estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de las estructuras. Todos los hippies de los 60’s no fracasaron: le mostraron a la humanidad que un mundo mejor es posible. Ahora caminamos a su lado como aprendices de sus logros y de sus errores. ¿Te parece complicado? ¡All you need is love!
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