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Si alguna vez has pensado en tener un negocio, sabes de la importancia de encontrar un nicho. Un nicho es un área, grupo de personas o tema que sea lo suficientemente específico para atraer personas en ese nicho y diferenciarse de la competencia. Tener un nicho te permite crear contenido y vender productos o servicios que sean muy relevantes para tu audiencia, pues puedes identificarlos y saber sus características comunes. “Hatha yoga para mujeres embarazadas”, “Consultas legales sobre patentes para empresas farmacéuticas”, “Marketing digital para ONGs de derechos humanos”. Entre más específico sea el nicho, mejor.
La idea de nicho hace parte de algo mayor. Y es que nuestra Civilización está desde hace un tiempo en un camino de progresiva especialización. Antes un médico era a la vez un botánico y filósofo; después, se volvió sólo médico. Hoy, los médicos más exitosos se dedican a áreas tan específicas como cirugía de corazón en neonatos. En el ejercicio, los atletas que solían competir en varios deportes hoy se especializan desde chiquitos en un área específica - como la carrera de 100 metros. No basta ya con ser "sólo" hombre o mujer - se debe uno identificar como andrógino, pangénero o alguna de las decenas de identidades sexuales que existen. Ya un escritor general no tiene valor, a menos que hable de cierta clase de historias con un estilo de prosa particular.
La cultura actual nos obliga a especializarnos. Lo que no es específico y definido, aquello que no se puede "encapsular" en una sub-cultura identificable, como si de un hashtag se tratara (#travelfitcouple), no tiene valor. No tenemos la paciencia para poder entender un poco de qué se trata esa persona o negocio. Todo lo que somos tiene que poder ser reducido a una frase de ascensor de 30 segundos.
Todo esto hace parte del discurso actual capitalista y posmoderno. El posmodernismo se reveló contra las grandes palabras y discursos que buscaban invisibilizar lo complejo. Ya no se podía hablar de la Raza, el Estado, la Cultura o la Sexualidad. El lenguaje debía reflejar la complejidad de la realidad. Fue una batalla noble, pero también tiene su lado oscuro. Pues hoy todo es una cultura, una tendencia, un hashtag. Y se nos obliga a reducirnos a ciertas etiquetas sociales sólo para ser valorados y volvernos "útiles". Nos incomoda lo ecléctico, lo no identificable, lo que se sale de los márgenes de lo conocido.
Pues nosotros nos rebelamos contra esto. Hace poco encontramos esta TedTalk y nos sentimos profundamente identificados. En ella, Emilie Wapnick habla de cómo existen algunos de nosotros que, por más que lo intentemos, no podemos reducirnos a una profesión o tema de interés. Tenemos un espíritu renacentista y clásico. Nos gusta explorar nuestro cuerpo, mente y alma, y deambular por el mundo de las ideas y las experiencias en busca de un sentimiento. Pues no es el adquirir habilidades o conocimientos lo que nos importa, sino el proceso de crecimiento y aprendizaje que viene con cada nueva obsesión.
En otro post te hablaremos más de este fenómeno llamado multipotencialidad, pero por ahora dejemos algo claro: ser un multipotencial puede hoy en día verse como una desventaja, pero en el Renacimiento (y la Grecia/Roma clásica) era el ideal. Un ser humano debía versarse en las artes, la ciencia, la política, el deporte y todas las áreas que le permitiera su capacidad vital. Pues el conocimiento buscaba superar la fragmentación en pequeñas áreas para entender de manera holística la vida. Si hubiésemos despreciado esta manera de ser, no hubiéramos tenido a genios como Leonardo Da Vinci, Benjamin Franklin o Aristóteles. Eran generalistas cuyo trabajo en áreas específicas como el arte, la invención o la filosofía hacía parte de un ánimo mayor de explorar la vida en sus múltiples facetas.
Si esto fue la característica más venerada en el pasado, lo puede también ser hoy en día. No se trata de crear una guerra con los especialistas. Hay gente que realmente puede desde pequeña soñar con ser astronauta, volverse astronauta y morirse astronauta. A ellos los felicito y admiro por poder hacer esto, pero no todos podemos ser así. Debemos reconocer el valor de la otra cara de la moneda - las mentes sintéticas, holísticas, dispersas y creativas que buscan las intersecciones entre las mil caras de la realidad. No los nichos, sino la visión cohesiva entre muchas áreas aparentemente desconectadas pero con un trasfondo en común. Ya que en medio de todas las especializaciones, existen humanistas cuya energía vital no les alcanza para cubrir todas las áreas que les gustaría explorar. Y en la aceptación de quiénes son realmente reside un potencial enorme, no sólo para esas personas sino para toda la humanidad.
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