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“El arte de la vida consiste en hacer de la vida una obra de arte” Voltaire
En el profundo Japón, existía una tribu de guerreros que desarrollaría un pensamiento que les ayudaría a encontrar valentía en cada momento de sus vidas: los Samurais. Desde jóvenes se les volvía amigos de la muerte, de forma tal que debían vivir sus vidas como si estuvieran viviendo un recuerdo desde el más allá. Con esto, podían centrar todas sus fuerzas en hacer una vida que valiera la pena recordar, una vida valerosa, llena de momentos grandes y estéticos, una vida que fuera como una obra de arte.
Así mismo, en la antigua Grecia habían dos posiciones en torno al debate sobre cómo debía valorarse la obra artística de la vida. Por un lado, estaban quienes pensaban que una obra de arte tenía valor por su reconocimiento por el otro, es decir, un cuadro que no fuera halagado por nadie sería igual a nada. Esta posición es la de las grandes batallas épicas, la búsqueda de la inmortalidad de Aquiles en los relatos de Homero que transcenderían su tiempo y harían que su recuerdo viviera en la memoria del dios de la historia.
Por otra parte, estaban los que creían que una obra tiene un valor innato, que no requiere de una persona externa que la valide, por lo que centraban sus esfuerzos no en la promoción de sus éxitos tanto como en lograr cosas que tuvieran sentido para sí mismos. Esta es la posición del investigador, poeta, escritor, guerrero y demás que sólo quieren servir pero que repudian y evitan la fama.
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Existe hoy en día una gran tendencia hacia la primera posición. En las redes sociales, la gente publica fotos de sus actividades diarias, sus estados de ánimo al despertarse, acostarse, cuántas veces se lavaron los dientes, fueron al baño y si tienen o no gripa. ¿Alguna vez has ido a un buen concierto, sólo para encontrarte que la gente lo único que quiere hacer es grabarlo todo con sus cámaras, para subirlo a facebook y recibir comentarios y likes de aprobación y validación de la forma como están viviendo sus vidas?¿O en un evento catastrófico?¿O en el nacimiento de tu primer hijo?¿Cómo es posible que hemos llegado a un punto en el cual vivimos las cosas con el único fin de contarlas, no de disfrutarlas?¿Que sólo queremos acumular recuerdos, si lo vemos positivamente, o likes de facebook, si lo vemos de manera realista, como medida de nuestro éxito social y vital?
Ni Kant al escribir sus pensamientos, ni Mozart al inmortalizar su música, ni Buda al hablar de sus reflexiones estaban en la postura de vivir las cosas sólo para contarlas. Estos grandes hombres nunca hablaban de sí mismos, pues sabían que sus problemas eran cuestiones comunes humanas, y así lo abordaban. Es muy diferente brindarle algo al mundo con un sentido de servicio, a tratar de llamar la atención poniendo en instagram una foto de tu pijama nueva, más aún cuando compras la pijama estás pensando en cuantos likes va a recibir.
La sorpresa es esta: sólo cuando actuamos olvidándonos del resultado y de las expectativas, logramos hacer el tipo de cosas que son dignas de reconocimiento.
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