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¿Es Dios un ojo?

Foto del escritor: Instante CronopioInstante Cronopio

Actualizado: 17 jul 2020

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Si un árbol se cae en un bosque y nadie lo escucha, ¿realmente se ha caído? Según unos, la caída del árbol era un hecho objetivo que no dependía de que nadie lo percibiera, y se podía probar a partir de leyes de física como que las cosas, al caer, producen cierto sonido. Según otros, las cosas, para existir, requieren de alguien que las perciba, que las vea, escuche, toque o mire. El debate entre la objetividad y la subjetividad estaba planteado. Una de las respuestas más interesante a este problema es la del filósofo George Berkeley, quien intentó unificar las dos posiciones del debate, diciendo que el árbol sí existía pero era porque Dios lo veía todo.

Esta posición lleva a la pregunta: ¿es Dios un ojo? Si así fuera, el mundo sería la percepción o el sueño de Dios, y nuestra objetividad sería su subjetividad. Para esto, Dios tendría que estar separado del mundo para poder verlo, a menos que exista algo que se pueda ver a sí mismo.

En su libro I am a Strange Loop, Douglas Hofstadter argumenta que el Yo es un sistema que, debido a su complejidad, es capaz de hacer referencias a sí mismo, verse a sí mismo y estudiarse a sí mismo. Esto es, la complejidad de nuestro cerebro ha hecho que nuestra mente sea capaz de hablar de otras cosas como “el árbol es verde” y de sí mismo, como “yo pienso que matar es malo”. Es una cámara que no sólo graba al mundo exterior sino que puede grabar su propia imagen proyectada en un televisor, por lo cual se repite infinitamente. Es la frase que dice “esta frase es falsa” y, al preguntarse si la frase es verdad, no es posible saberlo porque la frase habla de algo externo como de sí misma.

¿Podría ser que Dios es un ojo que se mira a sí mismo? En este caso, sería subjetivo y objetivo a la vez, es decir, ninguno de los dos. El problema de todo sistema que intenta descifrarse a sí mismo, es que siempre hay algo que falta. Al ser parte del sistema que está intentando entender, el analizador ignora todo lo que esté por fuera de lo analizado, por lo cual el entendimiento nunca es completo. Por esto el terror de Borges a los espejos cuando escribe:


Espejos de metal, enmascarado

espejo de caoba que en la bruma

de su rojo crepúsculo disfuma

ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales

ejecutores de un antiguo pacto,

multiplicar el mundo como el acto

generativo, insomnes y fatales.


El problema de esta subjetividad extrema es el siguiente: si Dios es subjetividad, significa que hay algo aparte de Dios que es objetivo y, entonces, Dios no sería Dios, porque no abarcaría el todo. A su vez, la única forma de que Dios fuera objetividad es si no influye en el objeto percibido, por lo que estaría separado del mundo. Así como en la objetividad hay separación, entre el observador y lo observado, en la subjetividad hay dualidad, entre algo interno y algo externo. ¿Puede Dios estar separado del mundo o no ser la totalidad? Dios no puede ser ni objetivo ni subjetivo, sino debe SER. Si Dios es un ojo, es uno que es capaz de desaparecer, es un ojo no objetivo ni subjetivo que mira al mundo tal y como es: una expresión de sí mismo. Después de todo, la visión no es el único parámetro de existencia.


Autores interesantes en este tema: Douglas Hofstadter y George Berkeley


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