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Por Paula
Toda mi vida me pregunté si era impresión mía, si sólo me pasaba a mí o si los demás sólo fingían y así nos manteníamos todos en una constante simulación de la normalidad. La realidad al final era siempre la misma: yo me canso más que los demás. Los sonidos son considerablemente más fuertes en mis oídos, tanto que de niña mi familia se esforzaba en susurrar las conversaciones de adultos para que yo no lo escuchara todo. Esfuerzos siempre en vano porque realmente mi capacidad de escuchar es bastante avanzada. Aparte de los obvios beneficios de poder escuchar a los demás, esta habilidad tiene también su otro lado. En mi cabeza TODO sonido es más fuerte. El compañero que tose en clase, los arreglos que hacen con máquinas en la calle, el volumen de la música y del televisor.
Poco a poco me di cuenta que no sólo este sentido estaba particularmente desarrollado. Puedo reconocer olores con mucha facilidad, la luz me parece siempre más fuerte de lo que debería ser y la comida tiene los sabores exageradamente marcados para mí. Y aunque en abstracto suene como una persona con sus sentidos maravillosamente desarrollados, la verdad es que el mundo real no está construido para personas así de sensibles (entiéndase por sensible ese aumento de los sentidos).
Imagínense un espacio lleno de estímulos sensoriales como un concierto. El sonido de ese espacio será muy fuerte para mis oídos, las luces me harán sentir con los ojos constantemente deslumbrados, como cuando están en una habitación oscura y alguien prende la luz de repente. Además de eso, en un concierto voy a poder escuchar las conversaciones de mis amigos, de la gente que esté alrededor, la gente gritando, y básicamente, serán demasiados estímulos. El resultado será estar más cansada más rápido de lo “normal”, más rápido que mis amigos y mi familia.
De acuerdo con el estudio de la psicóloga norteamericana Elaine Aron, 2 de cada 10 personas tienen el rasgo de ser Personas Altamente Sensibles. Este es un rasgo hereditario y significa, en pocas palabras, que tenemos el sistema neurosensorial más desarrollado que el otro 80% de la población y por eso recibimos una gran cantidad de información sensorial. Este rasgo es hereditario y simplemente nuestro cerebro es más sensible a los estímulos externos. Como rasgo, no es una enfermedad, no es algo que podamos cambiar y no tiene cura. No nos sirve que nadie nos diga que aguantemos más, que nos juzguen por estar cansados, es algo que sencillamente no podemos cambiar. Por eso es tan importante conocer la existencia de este rasgo, porque así podemos comprender cuáles son las situaciones que debemos evitar y cuáles son los disparadores de sentirnos muchas veces tan saturados. Todos aquellos PAS que no sepan que simplemente es un rasgo innato, en este momento seguirán luchando por mantener el ritmo de lo que es “normal”.
Descubrir que hay personas PAS fue un momento de autoconocimiento muy importante, aprendí que debía abrazar esta capacidad que a la vez me permite ser una persona más empática e intuitiva. Dejé de sentirme mal por no “aguantar” el mismo cansancio que los demás o no soportar la música igual de fuerte porque literalmente yo la estoy escuchando mucho más duro que todos. Aprendí entonces a cuidar de mí misma, a reconocer las situaciones agotadoras y a evitarlas siempre que me sea posible.
Les estoy dejando al final el link para que puedan hacer el test y saber si son una persona PAS. Este artículo tiene también la intención de llamar un poco la atención y visibilizar lo que muchas personas en este mundo vivimos y nos toma varios años descubrir y mucho camino de sentirnos mal por el hecho de ser diferentes. Si saben de alguien que pueda estar pasando por esto difundamos la información para que nos conozcamos mejor a nosotrxs mismxs y así podamos cuidarnos.
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