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No todas las oportunidades son para ti

Foto del escritor: Instante CronopioInstante Cronopio

Actualizado: 17 jul 2020

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Existe hoy en día un problema casi desconocido en la historia de la humanidad: la sobreabundancia de elecciones. Por la mayor parte de su tiempo en la tierra, el ser humano ha vivido con pocas elecciones. Siendo cavernícolas no teníamos mucha elección, pues si te parabas demasiado a pensar si buscabas comida o dormías, simplemente morías.


En tiempos más recientes, mis padres cuentan cómo cuando querían unos zapatos, iban a la tienda y les ofrecían un mismo modelo en blanco o en café. Ni verdes, ni plateados ni de cien diseños. Montaban la única bicicleta disponible en el mercado, y después iban a una tienda y pedían una gaseosa. Les pasaban una Coca-Cola. No habían gaseosas de todos los colores, con zero azúcar, stevia, diversos tamaños o envases. Las decisiones eran todas limitadas, y ellos se contentaban con las opciones disponibles.

Eran tiempos tal vez más felices, pero indudablemente más sencillos. Y luego llegó la sociedad de consumo. En tiempos de la Guerra Fría, el presidente Dwight Eisenhower dijo "el arma más poderosa contra el comunismo no son las bombas atómicas, sino un catálogo de Macy's". En la guerra entre tener lo mínimo asegurado y poder tenerlo todo pero de manera incierta, escogimos la segunda. El capitalismo se lanzó entonces a la imposible tarea suplirlo todo. El juego se llamaba crecimiento, desarrollo, producción y consumo.


¿Pero podía este juego suplir felicidad? ¿Cómo empacábamos la tranquilidad que trae estar seguros de una elección? ¿Cómo vendíamos un medio ambiente que aguantara el insaciable deseo humano?


El problema es que hemos confundido el poder elegir con la libertad. Como explica Barry Schwartz en su conferencia (y libro) "La Paradoja de la Elección", tener más opciones no nos hace más libres, sino menos. Porque cuando tenemos tantas elecciones no solemos elegir nosotros, sino la presión por elegir algo. Como hablamos aquí, las personas confunden que uno tenga la oportunidad de hacer algo, con que uno deba efectivamente hacerlo. Sólo porque puedas volverte un gran ingeniero, no significa que debas serlo. Sólo porque puedas vivir en una gran ciudad, no significa que debas hacerlo. Sólo porque en el cine hayan palomitas, no significa que debas comerlas.

Hoy existen páginas web, maestrías y profesores en cualquier clase de tema. Con suficiente tiempo y dedicación, podrías ser un gimnasta, un cocinero molecular o un cantante de pop koreano. ¿Y cómo elegir? Nuestra mente requiere de ciertas limitaciones para poder tomar decisiones efectivas. Si sabemos que el carro de la basura pasa sólo los jueves por la mañana, es fácil decidir sacar la basura la noche del miércoles. Pero si el carro pasa todo el día, ¿cómo decidimos cuándo sacar la basura?


Debemos encontrar un nuevo criterio de decisión. Pues en la sociedad de la abundancia y el consumo, la escasez y las limitaciones son factores cada vez menos relevantes para decidir lo que debemos o no hacer.


Tengámoslo claro: No toda oportunidad es para nosotros. Poder ya no puede seguir significando deber. Puede que existan mil opciones y vidas posibles, pero sólo unas cuantas serán las apropiadas para ti. La verdadera libertad es escoger lo que más sentido tenga en tu propio camino, no hacer cualquier cosa que puedas hacer. El nuevo criterio de decisión debe ser un contraste entre lo que es posible y esa vida que sólo tú puedes (¡y quieres!) vivir.


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